a Ricardo Pita, amigo del alma

Es hermoso dirigirte estas palabras ahora 
que sigues estando con nosotros, poder 
sentirte de una manera nueva, y no tan 
nueva, pues siempre hubo en ti algo 
intemporal, sabio, eterno.
Muy silenciosamente, delicadamente, 
me has enseñado a lo largo de muchos 
años que hay algo ilimitado, abierto, 
siempre acogedor en la tierra que pisamos,
en el cielo al que agradecidos miramos.
Una tierra y un cielo del que tú tenías 
la llave y entrabas y nos invitabas a 
entrar, como también ahora, sonriente, 
lo haces.


                     ooo



        a mis padres, Carmen y Ángel

Acabo de estar en la iglesia de San Manuel 
y San Benito. La hermandad entre la gente,
un vínculo sagrado y santo entre las personas
es en las iglesias donde más lo siento. 
Dios es ese vínculo, Jesús es ese hilo que 
conecta todo, que hace transcender todo y
a todos, que eleva todo y a todos.

                                  23 de mayo de 2024


                     ooo



            a Javier Parra 

Los pétalos marchitos de la rosa 
me alumbran, 
no podemos decir 
que la rosa ha muerto, 
hacia un horizonte ilimitado 
prodiga su luz, 
no podemos decir 
que algo muera. 
Hay afirmación,
hay esplendor,
el ojo del espíritu lo ve
y al ojo físico 
le enseña a ver. 
Hacia un horizonte ilimitado 
se prodiga la luz
y ahí descansa













 

 
                         Vida

Lo que nos están diciendo el cardenal Raniero
Cantalamessa, los sacerdotes Bernardo Gianni,
Enzo Fortunato, Luigi Maria Epicoco, Fabio 
Rosini, Jean-Paul Hernández, el obispo Robert
Barron, el cardenal Robert Sarah, la benedic-
tina Anna Maria Canopi, sor Maria Manuela 
Gavrini, sor Maria Caterina del eterno Padre, 
Paolo Curtaz, Chiara Corbella, Carlo Acutis,
sor María del Carmen, la enfermera Amalia, 
el Papa Francisco y tantos otros mensajeros  
y testigos de Dios, por medio de su alegría,  
de sus libros, sus homilías, sus meditaciones 
y reflexiones, sus actos, sus charlas en
Youtube... lo que nos están diciendo cuando  
nos dicen que Jesús está con nosotros es que  
la Vida está con nosotros, la Vida Verdadera
está con nosotros.

Todos ellos nos están diciendo que Jesús nos 
está dando Vida Verdadera, Vida Eterna, Re-
surrección, Felicidad y Amor incondicional, 
seamos como seamos, y sin pedir nada a cam-
bio. 
Nos están diciendo que la Vida Verdadera que 
Jesús nos da vence al dolor, a la muerte, a to-
das las desgracias y adversidades y que su 
Vida, su Amor, nos hace eternos e invenci-
bles.

Y Jesús nos da esta Vida, que Él es, en todo 
momento, en todo lugar, en toda circunstan-
cia. Jesús está con nosotros siempre, Él mis-
mo nos lo dice en el Evangelio de Mateo:
"Yo estoy con vosotros todos los días hasta 
el fin del mundo".
La compañía y el amor que recibimos de 
otros seres humanos, de nuestros padres, 
nuestra esposa, nuestros amigos y hermanos,
de nuestros enemigos, son un reflejo y un 
canal de la compañía y la presencia de Jesús.
También la compañía y amor que recibimos 
de los animales, las plantas, las montañas, 
el aire, la luz y todo el universo, son un re-
flejo y canal de Jesús, de esta Vida extraor-
dinaria. 

Creo que vivimos bastante ignorantes de 
este hecho, este regalo que Dios nos hace. 
Creo que nos hace falta confianza para
darnos cuenta de ello, o pensamos que Dios 
y esta Vida no existen y no dejamos que 
nuestro corazón se abra a este conocimiento,
al conocimiento de su presencia y su mara-
villoso regalo. Somos libres para rechazarlo
o aceptarlo. 

Jesús, esta Vida, siempre está aquí, con no-
sotros, y a veces lo intuimos, a veces lo ve-
mos claramente. Nuestra intuición puede 
crecer y nuestra vida cambia... infinitamente
para mejor, porque ya no sólo es nuestra, 
porque ya se está librando de la vida siem-
pre limitada que nosotros nos podemos dar 
a nosotros mismos, a pesar de todos los es-
fuerzos por superar las barreras. 
Nuestra vida cambia infinitamente para
mejor porque estamos viviendo no nuestra 
pobre vida limitada, sino la Vida alta, Ver-
dadera, Eterna, que recibimos del Señor.









 
Al mirar el cielo en la noche

Al mirar el cielo en la noche, 
el cielo me limpia,
al mirarlo desaparece 
la pesadez y lo caduco 
y recibo una vida nueva.
La majestad del cielo 
me libra de lo que hay 
de torpe y gastado y doliente 
en mí. El cielo me devuelve 
a una niñez antes de la niñez, 
a una madurez 
no conquistada por mí, 
sino más bien regalada 
por el Cielo que nos ama. 
Hay majestuosas nubes
que lentamente van 
y algunas estrellas 
y todo ello, todo ello, 
me devuelve a una vida 
maravillosa, inesperada, 
una vida verdadera,
que siento que es 
lo más íntimo y real en mí, 
todo ello me dice
quién soy 
y sé entonces 
que son verdad 
las palabras de Pascal,
"el hombre supera 
infinitamente al 
hombre".
Y me acuerdo 
de las anhelantes palabras 
se Silvina Ocampo,
"¡Cuánto deseo 
estar ante unos árboles 
que no hayan conocido 
mis tristezas!"
Ahora sé que eso es posible
porque este Cielo que nos ama
nos lleva con él, 
nos hace suyos,
nos regala vida eterna,
vida de un universo 
siempre en expansión,
como esos paisajes
que pinta Chesterton en sus libros, 
de nubes y cielos cargados 
de silencio resplandeciente 
que nos sobrecoge 
para hacernos infinitos...
Y por fin vemos 
que toda la materia 
está animada por el Espíritu,
no será abandonada 
pues descansa en la mirada 
bondadosa del Señor.
Ahora vemos 
que tenía razón San Francisco
al llamar hermana a la muerte,
también ella participa
en esta gran obra 
de transformación, 
transfiguración, elevación.
Ahora ya no tememos 
quedarnos sin defensas,
y sentimos con asombro 
cómo nos rendimos 
y asentimos confiados 
a esta gran obra 
que supera con su majestad 
y su belleza 
cualquier proyecto, 
cualquier miedo, 
de nuestro pequeño yo. 
Y no sólo eso, no sólo eso, 
sino que vemos 
que esta gran obra, 
desbordando nuestra manera 
de hacer, 
cumple misteriosamente 
todo el bien que anhela 
nuestro corazón. 
Por fin ha llegado el momento, 
el momento tan deseado, 
después de tantos años, 
tantos errores y tanto desaliento,
ha llegado el momento 
de recibir la luz
y sonreír felices, por fin, 
sonreír tranquilos, 
pues descansamos,
al fin descansamos, descanso,
abiertos por fin 
a la mirada de sabiduría 
        del Señor 


Y ya desemboquemos 
en la infinita bienaventuranza 
o en la infinita nada,
seamos creyentes o no,
este misterio de infinitud
nos llama a ser nobles, 
a ser dignos de él, 
a escucharle









 
A favor de la democracia
y el juego limpio en política 
y fuera de ella 


 
Un poema silencioso, 
un poema sencillo, 
como la verdad,
un poema casi sin palabras, 
donde las palabras son árboles
que se elevan al cielo
y están en el cielo
y el cielo entra en nosotros
o ya está en nosotros
y nos damos cuenta 
y estamos llenos 
de lo que llena todo
y de ese todo 
hace uno 
sin que nada pierda 
su divina particularidad, 
pues esto de lo que hablo
o que habla en mí
es algo grande, inabarcable, 
que nunca comprenderé del todo,
misterioso, 
que es la verdad de todo,
y es lo único
que de verdad existe
y es Padre 
y es Dios más allá 
de la palabra Dios

 
                   Santo Sábado

Esta mañana miro por la ventana y entra 
en mí una frescura inocente, sin mancha.
Las calles solitarias, la luz limpia tras la 
lluvia, todo está bañado por una tranqui-
lidad inalterable... una tranquilidad que 
me dice que, aun cuando llegue la dificul-
tad y la tormenta, seguirá siendo inaltera-
ble.
Miro por la ventana y la felicidad me 
invade, como una ola viene... para quedar-
se, para revelarme una verdad, la única, 
para que me atenga a ella, para que 
persevere.
Qué bien me hace la gratitud que siento,
la paz despliega su Reino. Las pequeñas
hojas nuevas de los plátanos, como manitas
infantiles, me saludan y una ligera brisa 
sopla sobre ellas y las bendice.
Y ahora el cielo. Las grandes nubes que los 
ángeles descorren como una cortina dejan 
paso a claros azules, tan alegres, tan llenos
de vida, tan serenos y bienaventurados, 
el Señor nos envuelve y nos lleva a su
Reino en su amorosa teofanía.




 
Todas las circunstancias descansan en lo eterno,
descansan en la paz. Todo lo que ocurre 
descansa en la paz, en Dios. 
La paz, lo eterno, Dios, es el sustrato donde 
todo vive y se desarrolla.
Cuanto más cuenta nos damos de que esto es 
así, más vivimos en la paz, en la dicha de la 
paz, en Dios. 
Ya ocurran cosas agradables o desagradables,
favorables o desfavorables, ya vivamos en la 
holgura o en la precariedad, en la salud o en la 
enfermedad o nos llegue el momento de morir,
todo ocurre con ese sustrato de paz y de eterni-
dad que es nuestro más preciado tesoro.
Dándonos cuenta de esto vivimos cada vez más 
en paz. Lo favorable no nos vuelve locos y lo
desfavorable no tiene tanta importancia.
Lo que de verdad importa es que nos hemos 
dado cuenta de que todo ocurre sobre este firme
y maravilloso lecho de lo eterno, de la paz de 
Dios.
Y hay algo más de lo que podemos ser cons-
cientes, podemos notar que hay algo en noso-
tros que no es efímero, que no muere. Podemos 
notar que también algo en nosotros es parte de 
esta paz inalterable, de esta eternidad dichosa, 
podemos notar que somos parte de Dios.



                    Tu verdadera imagen 

Lejos de las discusiones teológicas, Dios vive...
en nuestro corazón vive.
Tu verdadera Imagen, Señor, es el universo.
Tú estás en todo, en cada cosa, 
de maneras que no sabemos 
ni alcanzamos a imaginar.
Tu Rostro, tu Icono Verdadero, es el universo.
Tú abrazas todo el universo abrazando 
cada pequeña cosa, 
tu amor enlaza a todas las criaturas


"La relación de Dios con el ser humano
significa que a cada instante se hace infinito
aquello que a cada instante se halla en el
ser humano".
                              Soren Kierkegaard,
                       en "Las obras del amor"


Jesús resucita a Lázaro.
El rostro de Jesús en esta pintura 
simplemente, serenamente, refleja la Verdad,
la Verdad del universo, la Verdad de la vida
y también nuestra Verdad: Él es la Verdad,
Jesús es el Amor y el Amor vence a la muerte.
Qué pintura ésta tan maravillosa, ninguna 
grandilocuencia, sencillamente... la desar-
mante Verdad

                      "La Resurrección de Lázaro",
                             de José de Ribera, 
                              Museo del Prado




                El Cristo de Andrei Rublev


Al ver este rostro 
siento que todos los terremotos, 
todas las desgracias y desastres, 
todas las guerras y violencia, 
los conflictos y sufrimientos, 
las muertes y crucifixiones, 
se quedan sin voz 
y son transfigurados

Al ver este rostro 
siento que hay algo infinitamente 
superior a nuestros intereses, 
el Espíritu se presenta de improviso 
y sabemos entonces que vivimos 
bajo el amparo de la eternidad

Podemos entonces dejar atrás 
todos nuestros miedos
y vivir siendo partícipes de lo eterno, 
de esta belleza

Siento algo ilimitado en mí, 
una aceptación sin límites, 
una entrega sin límites a este Espíritu
y sé que mi verdadera patria 
no es la tierra 
sino la eternidad

"Buscad mi rostro",
leo en los salmos 
y oigo en esta pintura. 
La esencia de este rostro
siento viviendo en mí, 
latiendo incontenible 
en todo, en todos nosotros, 
una silenciosa llama
de misteriosa verdad


                      "Cristo Redentor",
                       de Andrei Rublev,
                   Galería Tretiakov, Moscú


Unas palabras del filósofo italiano 
Massimo Cacciari sobre esta pintura 
de Rublev: 
"Entre guerras y dolor se abre a los ojos 
del espíritu la visión de la Paz, infinita, 
imperturbable, inviolable. 
Su potencia se armoniza con la mansedumbre 
que nada impone, nada juzga, sólo da".














 
        Exposición de Marc Chagall 
                    en Madrid

Ante estos grandes cuadros sobrecogedores
de Jesús en la cruz que curiosamente llevan 
el título de "Resurrección" o "Resistencia",
no puedo por menos de emocionarme y ma-
ravillarme ante el misterioso poder de su 
cruz vivificadora... que atrae todo hacia sí.
El extrañísimo poder de su amor que incluso 
en la cruz es ya Resurrección y señal de 
esperanza.
Ante estas pinturas siento con profunda y 
silenciosa certeza que no hay nada en el 
mundo que no lleve señal de ese amor que 
dio su vida por nosotros en una cruz, para 
salvarnos, para fecundar lo mejor en nosotros,
para que con su ejemplo nos transformemos,
para que con su ayuda transformemos nuestra 
ceguera en luz, para que seamos dignos de lo 
mejor en nosotros: lo eterno, la verdad, la 
belleza, el sumo bien. 
El mal en el mundo viene de la ignorancia 
de los hombres o por su consciente rechazo 
del bien. Pero aquí está el amor de Jesús, 
que trae la vida buena y alta: en estos cuadros, 
en los espectadores en silencio que los con-
templamos y, cuando salgo de la exposición, 
en cada cosa que veo, en la intensidad mis-
teriosa de los árboles invernales, en las nubes 
grises que engalanan el frío cielo de plata, 
reconfortante, iluminador, de Resurrección. 


                                 2 de marzo de 2024
                                     Marc Chagall
                                  fundación Mapfre






La canción del Viento

Invisible es la canción del Viento, 
pero él da respuesta 
a nuestras preguntas,
a todas ellas, 
a las de aquélla canción,
"Blowin´ in the wind",
a las que necesitemos hacerle.
Escucho al Viento invisible, 
escucho al Viento 
que habla más allá de las palabras
y también en ellas
y en el silencio
y sé que el Viento 
está contestando a todas mis inquietudes,
a todos mis anhelos, 
a todas nuestras desesperaciones y sufrimientos.
Este Viento que no oigo y no veo,
sin ninguna palabra
está apaciguando mi corazón,
está llenándolo de tranquila fe,
de dulce confianza, paz y sosiego,
obediente sabiduría,
de inspirada mansedumbre,
de feliz quietud,
está llenándome de tranquila esperanza, 
llenándome de un amor sin fin...
y yo me dejo inundar 
por el Viento 
y me entrego a Él


"El viento sopla donde quiere. Tú oyes su voz
pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
Lo mismo sucede con todo el que ha nacido 
del Espíritu".
                                               Juan 3, 8



                        





El amor salva el mundo

Muchas veces oímos y leemos cosas y no les 
damos la importancia debida. No nos las to-
mamos realmente en serio, ni pensamos que 
tengan una importancia, una urgencia, una 
importancia capital en nuestras vidas.
Así, Jesús de Nazaret nos dice: "Amaos 
los unos a los otros". Y con esto no nos dice 
que nos amemos los lunes, miércoles y viernes.
Ni que si eres un político o un intelectual bri-
llante te dediques a enfrentar a la gente apoyado
en tus brillantes razones, para luego mirar 
condescendiente al pobrecillo de Nazaret mien-
tras piensas: "¡Desde luego, qué cosas se le 
ocurrían a éste, si supiera cómo es el mundo!"
Pero precisamente el mundo es un lugar difícil
por no hacer caso a este pobre de Nazaret. 
"Amaos los unos a los otros". Lo dijo una vez, 
pero sus palabras, como una campana, suenan
a través del tiempo, no dejan de sonar.


                      


 
El viento en el corazón

En uno de los poemas de su libro "Danger on 
peaks", "Peligro en las cumbres", Gary Snyder
dice: "Nunca podemos oír lo bastante el viento
entre los pinos".
El viento entre los pinos, en la tradición cultu-
ral y espiritual budista de Japón y China, a la 
que tanto debe Gary Snyder, es no sólo algo 
físico sino que hace referencia a una realidad
espiritual que está en todo y también en noso-
tros. Una realidad espiritual que manifiesta una 
libertad, una liberación y una paz, las cuales 
están en nosotros y fuera de nosotros, en nues-
tra esencia y en la esencia del universo.
Snyder dice que nunca podemos oír y estar lo 
bastante en contacto con ese viento, esa rea-
lidad. Es cierto. Hay veces en la vida en que el
dolor, el sufrimiento, hacen que nos sea muy
difícil conectar con esa realidad profunda. 
También las distracciones, los caminos equivo-
cados, nuestras estupideces y ceguera nos ale-
jan de este viento maravilloso. Como decía 
el poeta inglés William Wordsworth "el mundo
está demasiado con nosotros". Somos demasia-
do mundanos, en el peor sentido de la palabra.
Las palabras de Snyder son una advertencia y 
tienen algo de invocación, de oración. 
Invocación y oración para no apartarnos de ese
viento, de estar siempre en esa realidad.
Gary Snyder no cree en Dios. Yo sí, y en la tra-
dición católica a la que pertenezco, el viento es 
Dios, el Espíritu. "Ruach" es la palabra hebrea 
para este viento que es Dios.
Hay momentos en la vida en que no somos ca-
paces por múltiples motivos de oír este viento, 
de oír a Dios. Cuando nosotros no podemos 
acercarnos a Dios, Dios sí puede acercarse a 
nosotros.
Pero aunque no creamos en este viento, en esta
realidad, Dios sí cree en nosotros y no deja 
de hablarnos, de acompañarnos aunque no lo 
veamos.
Aunque las circunstancias de la vida y el dolor 
nos desesperan y nos hundimos, este viento 
está siempre a nuestro lado, y como Jesús ten-
dió la mano a Pedro y lo sacó de la tormenta 
del mar de Galilea, así también no deja de ha-
cerlo con nosotros.
Creo en ello con todo mi corazón, pero la sola 
hipótesis de que así sea, de que esa mano nos 
proteja y nos ayude, eso bastaría para abrir 
de par en par mi corazón y llenarlo de luz, 
mi corazón rebosante de amor y gratitud.











 
La noche llena el cielo,
la elocuencia de la noche 
aquieta nuestros pensamientos
y nos despoja de lo nuestro.
Algo solemne y vasto 
se desliza en nuestro ánimo
que nos hace olvidar 
el pequeño yo que éramos.
La noche abre una puerta, 
una puerta en nosotros,
para dejar atrás 
nuestras tristes y vanas certezas
y nos atrevamos a entrar 
en algo verdadero


                   ooo


El Amor existe 
aunque no lo veamos,
es el "te quiero mucho"
que te dice tu madre
y también si no te lo dice,
es Dios, eres tú, soy yo





 
Las nubes nos hablan de la majestad de Dios

Las nubes nos hablan de la majestad de Dios,
raudas por el Cielo, llenas de sol, 
radiantes y doradas, blancas resplandecientes,
sublimes y grises, y los pájaros
que se dejan llevar por esta inmensidad
y van dichosos, huéspedes del infinito.
Las nubes nos llevan a Dios,
a este Cielo inmaculado, Azul,
las nubes nos llevan a Dios, 
a nuestra verdadera patria, eterna, atrayente,
de la que esta vida nuestra, aquí en la tierra,
forma ya parte, no temáis a la muerte, 
es sólo un paso hacia más luz

                    ooo

Yo soy esa nube
que va hacia ti, Señor

 
Noticias del Cielo

Noticias del Cielo 
nos traen los que no destruyen,
los que no se aprovechan de los demás,
los que no hacen crecer el miedo, 
los que traen tranquilidad,
los que no propagan mentiras,
los que no enfrentan a la gente, 
los que no usan la razón
para arrastrar a la gente
al odio y a la confrontación,
los que no son guías ciegos,
los que aspiran a lo universal
y nos alejan de los que se inventan 
identidades falsas 
para amparar el capricho individual, 
o de un grupo o nación. 
Nos traen noticias del Cielo
los que nos recuerdan 
nuestra identidad verdadera:
ser hijos del Cielo,
ser hijos de la luz que dijo:
"Amaos los unos a los otros".
La razón del Amor, 
en verdad no hay otra razón,
ante ella todas las demás razones
son sólo polvo y cenizas
y polvo y cenizas es lo que dan.
Ésta es la noticia del Cielo
y de los hijos del Cielo,
el Amor que limpia el mundo
y nos da la paz, 
y nos susurra algo a cada uno,
sí, sí, a cada uno,
como el mirlo posado en la rama 
que al mirar otra vez ya no está 










Tu paz

Tu paz cae sobre nosotros como nieve, 
convierte cada momento
en un pequeño rincón de una catedral,
un rincón íntimo, oscuro y levemente luminoso,
de una catedral, de una pequeña capilla.
Tu paz es nieve, 
nos sosiega, nos calma,
su bondad nos envuelve, su amor. 
Jesús, tu paz, 
frente a ella todos los razonamientos
que nos llevan a la guerra y la confrontación
se desmoronan y caen, 
no prevalecen.
Estar en tu paz es una rara dicha, 
las palabras no saben decirla.
Estar en tu paz es rezar, 
es una oración de gratitud tranquila, 
de saber que no hay nada mejor,
de emocionada alabanza.
Da miedo estar sin ella, 
¿cómo podríamos vivir sin ella?
Tu paz, basta decir tu nombre, Jesús, 
o recordar tu imagen 
para estar en ella




 


 
     El amor salva los lápices, 
     el amor salva las cosas

Me gustaría decir algo sobre este breve poema,
pero no sé.
Pero sé que el amor puede crecer.
El amor de nosotros por las cosas y de las 
cosas por nosotros, el amor de las personas 
entre sí, "los movimientos del alma" que 
diría Leonardo.
Recuerdo a mi madre que decía que uno acaba
queriendo hasta los cartoncitos para sujetar 
la puerta. 
En la mano de una mujer descansa un lápiz, 
un pequeño lápiz que simplemente ama, 
ama y confía. 
Me acuerdo de los zapatos rotos que pintaba 
Van Gogh y de sus olivos que lloraban 
extendiendo sus ramas, extendiendo sus ramas
para traer el Cielo a la tierra. 
Y me acuerdo de la vela de la poeta Edna
Saint Vincent Millay que se consume 
ardiendo por los dos extremos para darnos 
toda su luz

                                             a Ángeles


                          ooo


                    Feliz Navidad

Hace dos mil años nació Jesús en Belén. 
Dijo algunas cosas y las vivió. 
Dijo: "Amaos los unos a los otros 
como yo os he amado, amad a vuestros 
enemigos".
También dijo: "El Reino de los Cielos 
está dentro de vosotros".
En cada uno de nosotros está el Cielo, 
en cada uno hay una chispa divina,
no hay nada ni nadie en todo el universo
que no tenga esta partícula divina, 
que no sea hijo de esta Creación.
Da igual si eres cristiano o no, 
creyente o ateo, belicista o pacifista, 
pro amnistía, o anti amnistía.
Da igual, lo que importa de verdad
y por encima de todo
es que en cada uno 
está el Reino de los Cielos, ésta es 
nuestra verdadera y única identidad.
¿Y en qué consiste esta identidad?
Jesús nos lo dice: "Amaos".
Consiste en el amor. 
Jesús nos dice que nos elevemos 
por encima de nuestras tercas 
y empecinadas posiciones, 
nos pide que depongamos las armas,
nos dice que no hagamos caso a los que,
so pretexto de tener razón,
quieren adentrarnos en el camino 
de la guerra y la confrontación.
Esto significa decir a alguien 
"Feliz Navidad": Jesús nos pide 
que miremos a esta chispa divina 
que hay en cada persona y en cada cosa
y que nos relacionemos con ellos 
recordando en todo momento 
que todos somos hijos de la luz.
Si hiciéramos caso a Jesús,
¿qué problema no desaparecería?
Y Jesús es tan delicado, tan discreto, 
que si nos fijamos bien, el mismo aire,
la luz, el silencio y hasta
una humilde mesa y todas las cosas, 
hasta la misma oscuridad, sin palabras,
no dejan de decirnos: "Amad,
amad como os amamos, Feliz Navidad"