El memorial de la princesa Diana 
en Hyde Park en Londres, 
ése a modo de corazón
por donde el agua fluye tranquila
y la hierba descansa. 
También el cielo de días nublados 
o azules y los árboles invernales 
o plenos de hojas, 
y la gente que por aquí pasea 
o entra en el agua...
ésta es la prolongación feliz de su vida,
esta paz misteriosa,
su feliz vida nueva 
nos acompaña
y deja en nosotros su presencia





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                Gratitud a los médicos

Me gustaría con estas palabras expresar mi 
gratitud a los médicos.
Recuerdo al doctor Lagos que cuando yo 
tenía cinco o seis años y estaba siempre 
con resfriados aconsejaba jovialmente a mis 
padres que me cambiaran por una lavadora.
Un poco más tarde el doctor Azcona que me 
dijo que no tomara ninguna medicina y así 
me curó. 
El doctor don Luis de Lassaletta, sólo verle 
te tranquilizaba, emanaba bondad. Cuando 
se iba de vacaciones decía a mi madre que 
si nos poníamos malos le llamara aunque 
fueran las 4 de la madrugada. No nos quería 
cobrar. Su presencia era una medicina mara-
villosa que seguía actuando cuando se iba. 
Fue también de gran ayuda para mis hermanas.
Sus consejos y su fortaleza humilde, paciente,
me ayudaron a sobrellevar mi servicio militar.
Recuerdo también a la doctora Lucía Polanco 
Pujol cuando le dije que me ponía nervioso 
todas las tardes al ponerme el termómetro para 
ver si tenía fiebre y con gran alegría me dijo
"pues no se lo ponga"; me hizo reír de pura 
felicidad y desde ese día se me quitaron todas 
las fiebres.
Yat Wah Pun es luz, su dulzura te envuelve, 
te cuida, recibes amor. Visita en días festivos 
a los pacientes que ha operado para ver cómo 
están. Puedes palpar su interés, puedes tocarlo. 
Su presencia te acompaña, te protege, siempre 
su luz está contigo...
Con afecto, con amorosa cercanía, están en mí
el doctor Joaquín López Baissón, María 
Luisa Jaén, Alicia Muzas, el doctor Reyes,
Almonacid de la Pedrueza, Torrubiano, 
Laurentino, Roberto y Celia Vega, Reyes Peña,
el doctor Lorenzo cuidó mis ojos, Ricardo Pita, 
María Luisa Castán y su enfermera Victoria, mi  
sobrina Lucía, y un ángel de la guarda, Geny,
mi otra sobrina; sor María del Carmen y la   
enfermera Amalia que cuidaron a mi madre...
Cruz Calvete, Emma Torres, Mónica Sánchez 
Gallardo...
Los médicos se dan a los demás, como Jesús, 
es lo más alto, el amor a los demás. El amor, 
de una u otra forma, sin que sepamos muy 
bien cómo, nos hace eternos







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Sentir a Dios en el silencio, en tantas cosas...
Sentirlo, sentirlo dentro de nosotros, 
sentir que Vive dentro de nosotros,
que Existe dentro de nosotros, 
que Es dentro de nosotros.
Él es lo Eterno en nosotros,
nuestra carcasa humana es frágil,
pero Dios nos llena
con su Eternidad y su Amor. 
Tenemos la Vida de Dios en nosotros 
y eso nos hace Eternos.
Es un regalo maravilloso 
y eso nos hace sentir hacia Dios 
una gratitud infinita.
San Pablo lo dice muy bien:
"No soy yo quien vive,
es Cristo quien vive en mí".

Y también lo sienten y lo dicen 
Ramana Maharshi y el poeta Rumi,
y el padre Roberto Pasolini y el padre 
Raniero Cantalamessa, y el abad Bernardo 
Gianni y el padre Enzo Fortunato
y Anna Maria Canopi,
y Fabio Rosini y Alberto Maggi,
y Paolo Curtaz, y Marco Pozza,
y Luigi Maria Epicoco y Jean Paul Hernández
y tantos otros... y nosotros también




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la luz nos hace santos


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Música, la música del silencio, 
la música de Dios,
que nos da su amor y su paz
y en medio de nuestra debilidad, 
en medio de nuestra fragilidad,
nos hace fuertes, 
nos hace eternos


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el mirlo canta, el mirlo canta


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Estás conmigo, Jesús, Señor, 
aunque me muera 
nada malo me puede pasar


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¿De dónde viene el impulso 
que me ha hecho salir de casa?
Camino encantado, 
rosas silvestres, los soles de las margaritas,
las hojas de los cedros bendicen 
a su alrededor. 
He salido para agradecer. 
Sentado bajo los tilos,
su frondosa sombra
y los prunos rojos, 
su amable compañía,
la suave brisa del aire...
y algo más...
¿lo sientes?
una presencia benéfica 
envuelve todo
y hace posible que todo descanse,
¿la rechazarás?
¿puedes rechazarla sin destruirte?
Y aun así, si la rechazaras, 
ella te seguiría amando...
desprende algo amoroso, 
protector, saludable...
Su amor sabe a eternidad
y siento que este amor 
se expande por todas partes, ilimitado.
Siento que es inextinguible, 
que es indestructible, invencible
y que nada puede dañarlo,
ni mancharlo ni matarlo, 
y nos ama y nos da todo lo que él es.
¿El hecho de que yo lo llame Dios 
te hará rechazarlo?




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Una felicitación de cumpleaños de mi madre,
un paisaje nevado, 
quizá un cuadro holandés del XVII,
los árboles sin hojas de fuertes ramas, 
en el centro una pradera blanca
donde una madre y su niña
hablan con un muchacho y su perrito,
una casa cerca les espera,
por el camino
se aleja despacio un hombre 
en un caballo castaño,
el cielo también blanco,
y a lo lejos, apenas visibles,
mi madre y yo caminamos de la mano


            
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La belleza del mundo 
dice que esto no debería estar pasando,
la belleza de los árboles en la noche,
el aire de la mañana, el azul del cielo,
hacen aún más injusta 
la conducta de Israel en Gaza



          El Cristo de Andrei Rublev

"Entre guerras y dolor se abre a los ojos del 
Espíritu la visión  de la Paz, infinita, imper-
turbable, inviolable. Su potencia se armoniza
con la mansedumbre que nada impone, nada 
juzga, sólo da".
                          Massimo Cacciari, sobre 
el icono de Cristo Redentor, de Andrei Rublev,
en la Galería Tretiakov, Moscú


Miro este icono, 
cada vez más, cada día más,
instintivamente quiero abarcarlo, 
pero es Jesús quien me abarca a mí. 
Él me guía, 
me saca de los atolladeros de este mundo
y continuamente me demuestra 
de mil maneras
que hay una forma sabia 
de encarar las dificultades, 
la enfermedad y la muerte. 
Esa forma es confiar en Jesús, 
colaborar con Él, 
darle las riendas de mi vida. 
Somos muy precarios, 
soy muy frágil
pero si me entrego a Jesús
todo lo adverso
ya no es algo terrorífico y demoledor.
Adquiere un sentido,
ya no es un punto final,
sino el paso a algo más grande 
que nosotros, 
más grande que yo, 
algo eterno y bueno.
Jesús me dice que me abra 
a esta realidad amorosa y protectora, 
que me confíe a ella, 
que me puedo fiar de Él. 
La compañía amorosa de Jesús
no anula el sufrimiento
pero lo supera. 
Lo que más desea Jesús, 
como dice Rumi,
"es que aceptemos este regalo
de vida ilimitada que Él nos ofrece",
este abrirnos a este camino
que siempre va más allá 
de todos los callejones sin salida 
de nuestra vida

Este icono de Andrei Rublev
me da esta luz, esta esperanza
que cada vez más, cada día más, 
siento que es el mejor 
camino posible para mí:
entregarme 
en medio de todos los torbellinos de la vida
a su mirada 
que quiere mi bien 


En la seriedad de Su rostro
hay también muchas cosas:
hay una ternura infinita hacia nosotros
y un amor por nosotros 
que late momento tras momento
con un fueguecillo que no se acaba nunca
y nos da firmeza y consuelo. 
Hay también en Tu mirada 
una sonrisa que expande nuestros corazones
y nos hace sonreír 
llenos de confianza, llenos de esperanza. 
Jesús, eres una puerta abierta 
por donde entramos 
a un mundo nuevo 
que está aquí justo ante nosotros 
día tras día
y se despliega inesperado y maravilloso 
en nuestro quehacer cotidiano. 
Nos miras y nos llenas de sol radiante 
y alegría, y estrellas encendidas 
en la noche, y aire refrescante 
y limpio y luz
que se llevan nuestras tinieblas. 
Nos envuelves de bienes 
y dones y nos traes la voz del mar
y la íntima y acogedora lluvia 
y el bienestar de una pequeña habitación
donde sentimos el latido del universo
y tu corazón junto al nuestro.
Señor, no hay cosa que más desees 
que amarnos 
y procurar nuestro bien, 
nuestra paz, nuestra alegría tranquila



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"Y de repente sentí (no pensé, sino sentí) que 
tenía un alma inmortal. No me veo capaz de 
decirlo o explicarlo de otra manera, aunque 
me doy cuenta de que suena pretencioso.
Pero esto era lo que yo sentía: tenía un alma 
inmortal. Y mi melancolía se disipó. 
Me invadió la alegría, una gran alegría, una 
explosión de alegría. Era como acordarse 
de algo muy importante después de varias 
semanas de silencio y vacío: tengo un alma 
inmortal".
                Adam Zagajewski, en el libro 
"Una leve exageración", página 315,
editorial Acantilado

      
"Cómo podría vivir en nosotros la oración 
si supiésemos aceptarla".
                   Adam Zagajewski, del poema
            "Tadeusz Kantor" en el libro "Antenas"



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        Tocar a Dios

Tocar a Dios
en la increíble frescura de la mañana,
tocar a Dios
en la fragancia de la mañana y sus flores,
en el azul del cielo,
tocar a Dios en el aire, 
en la luz de las hojas en los árboles,
en sus troncos, sus sombras.
Tocar a Dios en sus maravillosos regalos 
y en los regalos suyos que no comprendo.
¿Hay algún lugar donde no se pueda 
tocar a Dios?
Tocar a Dios en la luz ahora 
y en la de aquella mañana con mi madre
caminando felices en la luz
por el pasillo del hospital 
hace ya trece años. 
Tocar a Dios 
y amarle




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Nuestra ancla con confianza lanzamos,
lanzamos a cada cosa, 
a cada actividad que hacemos,
para anclarnos en la eternidad,
y ésta ya antes 
se había anclado en nosotros



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Un árbol y bajo él
un hombre se apoya en su tronco
y ahí descansa.
Hay una insistencia en Friedrich,
una perseverancia 
de enraizarse en la eternidad,
de abrirse a su llamada


"Paisaje campestre a la luz matinal
(Árbol solitario)",
"Salida de la luna a orillas del mar",
ambos cuadros de Caspar David Friedrich,
en la Nationalgalerie Staatliche Museen 
de Berlín.




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Dios no crea para la muerte, 
Dios crea para la vida, 
la belleza de la creación
va hacia la vida, 
hacia Dios desbordante, amoroso


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Íbamos por los campos
camino del anochecer
y por encima de la muerte 
se alzaba la clara luz 
del mundo por venir


            
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La luna ha salido sobre el mar, 
ilumina las viejas iglesias
y los álamos ante 
el tranquilo jardín, 
alguien, al pasar por aquí, 
ha hecho que todo descanse



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Delante del sol 
abrimos los brazos 
para recibir la vida nueva


               ooo


En el funeral de Jose 
se formó una guirnalda de amor, 
ante el amor poco puede decir la muerte,
su familia estaba allí, 
cada uno con su trocito de luz eterna


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El viento mece los árboles, 
hay un leve oleaje, un asentimiento, 
Dios acaricia a sus criaturas, 
nosotras nos abrimos a Dios


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Señor, tú eres el aire, la luz, 
el silencio,
tú tocas todo y estás dentro 
de todo y de todos
y también más allá de todo. 
Realmente eres todo y todos, 
nos das la paz y el amor infinitos

Jesús, eres Dios
y también eres una Persona,
un hombre, 
y también no tienes forma,
eres más allá de toda forma, 
y también tienes y eres todas 
las formas, la del aire, 
la de la luz, la de la oscuridad, 
la del silencio, la de la Palabra...
Nos das paz y amor infinitos

1Corintios, 15, 28, Para que Dios 
sea todo en todos.


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El Amor, 
el Amor que Dios nos tiene 
y que nosotros compartimos 
y difundimos, 
el Amor de Dios por nosotros
lava el mundo,
quita el pecado del mundo


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Tú desciendes como nieve santa 
sobre todas las personas 
y todas las cosas 
para que sean buenas


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La Cascada de tu Amor y Paz liberante


        
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La alegría terrenal y ya celestial
de sor María del Carmen
a quien mi madre adoraba
y a quien sólo vi una vez
unos pocos segundos en 2011
en la residencia de doña Fausta Elorz
aquí en Madrid, 
me inunda ahora 
mientras barro la casa
este dos de mayo de 2025
con los árboles maravillosamente verdes 
y el cielo gris y la lluvia 
con truenos y relámpagos


 




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Quizá una de las maneras 
más eficaces y a la vez humildes
de revelar a Dios 
sea por medio del silencio,
porque el silencio es Dios.
Y el silencio habla, el silencio actúa.
Quizá de una manera más sutil 
y eficaz que las palabras. 
Uno de los sacerdotes italianos 
que sabe muy bien esto 
creo que es el franciscano Roberto Pasolini.
En sus meditaciones y comentarios,
deja muchas veces lugar al silencio 
y éste confirma las palabras de Pasolini
y hace que su sentido
se adentre en nosotros
y se grabe en nosotros,
Dios se adentra en nosotros



nos está esperando el Cielo

en la noche
en la cama
en la paz del Señor
oyendo respirar a mi esposa 
noto que nos está esperando el Cielo

en cada momento 
nos está esperando el Cielo

entremos









veintinueve de abril de 2025




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Desde la ventana de la cocina,
mientras desayuno,
veo el cielo 
y leves pinceladas de nubes 
que el Pintor ha difuminado 
sobre el pálido azul, 
como si con un algodón
hubiera extendido suavemente 
el color blanco de las nubes, 
como lo hacíamos en el colegio 
cuando yo era pequeño. 
Qué paz más extraordinaria
nos da este cielo, 
llega hasta el fondo ilimitado, 
no nos abandona 


               
               con el Papa Francisco



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Tengo en la mano 
una imagen del Cristo de Cefalú.
El sol dentro de Jesús late, 
su luz aflora cálida, 
como una ola secreta, vivificante, 
se extiende sin fin



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Qué quieto está el día, 
qué tranquilo es Dios, 
esta plenitud silenciosa 
transciende lo visible, 
enlaza todo,
atrae todo hacia sí


              ooo


Desde el lecho de muerte 
al que me llevan 
las cosas que me contrarían, 
de improviso veo el cielo azul 
y las nubes y ellos se llevan 
mi mal humor, lo barren.
Aceptar nuestros límites 
es sobrepasarlos.
Aceptar que somos frágiles criaturas, 
no soberanos.
Si nos damos cuenta 
Dios nos da la Vida Eterna
en cada momento, 
para ir más allá de la muerte
basta dejar atrás el ego
y con confianza entregarnos


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El cielo, el Cielo, 
se cuela en la habitación, 
se posa en la pared 
y nos descansa


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Una luz llega, 
no la esperabas:
la luz de la verdad 
es la luz del amor









 
           El Espíritu en los Museos

El Espíritu sigue estando en los museos, 
en las obras de arte. Por eso los museos 
siguen siendo lugares sagrados. 
Vamos allí para aprender, para admirar.
Con humildad nos abrimos a las obras de 
Friedrich, de Fray Angélico, de Tiziano,
de Leonardo, de Rubens, de Caravaggio, 
de Velázquez, de Patinir, de Quentin Ma-
ssys, de Ribera, de El Greco... y ellos nos 
acompañan, nos protegen, nos guían. 
Muchas de sus obras fueron destinadas a 
iglesias, pero ahora en los museos siguen 
vivas, siguen actuando y siendo eficaces.
El Espíritu no desfallece, siempre está,
siempre actúa, aun en los lugares en que 
la crueldad de los hombres parece haberlo
enterrado.
Una vez vi llorar a una mujer ante el ros-
tro de Cristo de Quentin Massys en el 
Museo del Prado. 
Hace años una mujer japonesa que sufría 
una depresión visitó el Museo del Prado 
y se encontró con una Inmaculada de Mu-
rillo. Contemplando este cuadro y sobre 
todo dejándose penetrar y acariciar por 
esta imagen, esta mujer nos dice que 
salió de la depresión. 
Hace también varios años en el Museo 
Thyssen ante la pintura "Mañana de Pas-
cua" de Friedrich, un inglés me comentó:
"¡Qué fascinante!"
El Cristo de Ribera, en el Museo del Pra-
do, resucita a Lázaro y nos anima y nos 
devuelve a la vida también a nosotros. 
El Cristo entre la Virgen y San Juan, de 
Jan Gossaert, sigue bendiciendo, bendice 
a todos, a los que le miran y a los que no,
nos sigue bendiciendo... aunque no lo 
sepamos. El Espíritu es incansable, per-
severa, todo es terreno precioso para su 
trabajo. Allí donde nosotros nos habría-
mos rendido hace mucho, Él, con una 
paciencia que nos resulta incomprensible,
sonríe y nos comprende y nos enseña 
secretamente y nos sigue amando.



                      ooo



Jesús es la Vida Eterna
y nos la da continuamente...
de tantas formas...
en el silencio -el cardenal Robert Sarah
dice que el silencio es Dios-
en las obras de arte, 
en la música, 
en las obras de la naturaleza,
que proviene de Él, 
en nuestros hermanos los hombres,
en la Eucaristía...
Somos libres de rechazarle,
libres de aceptarle.
San Pablo lo dice así:
"Cristo vive en mí".
Y Jesús también con estas palabras:
"El reino de Dios está dentro de vosotros".
Nos da la Vida Eterna 
aun en los lugares 
en que la crueldad de los hombres
parece haberlo enterrado. 
Nos da esa Vida 
a lo grande, como a San Pablo 
camino de Damasco, 
o a lo pequeño, en nuestro humilde
quehacer cotidiano














                   Una Mudanza

Esta noche soñé con mi madre, y curio-
samente ella no aparecía en el sueño. 
Pero aparecía su obra, lo que ella había 
hecho.
Yo estaba en casa de mis padres y entra-
ba en mi habitación y vi que estaba des-
mantelada, casi vacía. Era mi madre la 
que había dado instrucciones para qui-
tar la cama y en el suelo había algún 
montoncito con unos pocos libros.
Yo estaba muy enfadado con mi madre,
aunque ella no estaba allí conmigo. Y
con el enfado que tenía estuve a punto 
de romper un dibujo que yo había hecho
y al que tenía mucho cariño, pero al final
no lo rompí.
Entonces apareció mi padre en la habita-
ción y a mí poco a poco se me pasó el 
enfado. Intercambiamos algunas palabras
tranquilamente y él me ayudó a compren-
der que lo que había hecho mi madre es-
taba bien, que ella me quería y lo había 
hecho por mi bien. Y yo ahora incluso 
sonreí un poco y ya estaba en paz y así 
terminaba mi sueño. 
Y me doy cuenta de que lo puedo aplicar
a mi vida, a nuestra vida. Vivimos es-
perando que todo sea siempre igual y
nada se nos descoloque. Tenemos nuestras
expectativas, nuestros proyectos, pero si 
surge algo que es un obstáculo entonces 
somos puestos a prueba, la vida nos pone
a prueba. 
Hay un día en que Dios, nuestro Padre 
celestial, nos llamará para que dejemos 
esta casa terrenal, y probablemente al 
principio nos enfadaremos y no querremos
irnos. Pero Él es nuestro Padre, si mi 
madre y mi padre terrenales quieren mi 
bien, ¿cómo no va a querer mi bien nuestro
Padre eterno? Creo que podemos confiar 
en Él y aceptar tranquilos esta invitación 
amorosa a una Mudanza para mejor que Él 
nos hace.



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                   Tres sonrisas

Ayer estaba en la iglesia de Jesús de 
Medinaceli, en el barrio de las Letras, aquí 
en Madrid.
Hacia las seis y media de la tarde, la iglesia
casi vacía, en penumbra, yo me encontraba
recogido, en paz...
Un poquito antes de las siete encendieron
las luces y empezó la misa. Y esto me sacó
un poco de mi recogimiento. Justo detrás 
de mí se sentó un señor y él en voz alta 
seguía la misa respondiendo al sacerdote.
A los pocos minutos a su voz se sumaron 
otras dos, una era de una mujer joven y la 
otra de una mujer más mayor.
Las tres voces que yo oía justo detrás de
mí me molestaban y estaba pensando en 
cambiarme de sitio o irme, cuando oí una 
voz dentro de mí que me dijo: "quédate",
y a regañadientes obedecí y me quedé.
Pero las voces me seguían molestando y
otra vez estuve tentado de irme al Museo 
del Prado aquí al lado y ver el rostro de 
Cristo pintado por Quentin Massys. Algo 
seguía haciendo que me quedara. Y llegó el 
momento en que el sacerdote dijo que Jesús 
nos había dado su paz y que nos diésemos 
unos a otros un gesto de paz. Entonces me 
volví para mirar a las tres personas detrás de 
mí y recibí un regalo inesperado, maravi-
lloso. El hombre me sonrió con una sonrisa
acogedora, cálida, cercana, muy cercana...
y se llevó una mano al corazón. Y las dos 
mujeres, la más joven muy hermosa, tam-
bién me sonrieron, con una sonrisa lumino-
sa, de dulzura, una sonrisa de afecto, amo-
rosa... tres sonrisas que yo no merecía y que
me inundaron de felicidad. Yo había querido 
ir al Prado a ver a Jesús en un cuadro y 
resulta que Jesús estaba también aquí, en 
este hombre y estas dos mujeres justo detrás
de mí.
 


                           ooo



                    El hilo de Jesús

El hilo de Jesús enlaza todos los seres,
todas las cosas.
Enlaza el silencio y la contemplación 
en paz con la palabra y la acción en 
paz.
Su hilo da luz, da vida y enlaza la vida 
con la muerte, la salud con la enfermedad,
la luz con la oscuridad, con él "la noche
es clara como el día". Nos da la alegría 
de la Eucaristía y la alegría de una cerveza
fría. Nos abre la puerta, amoroso, a un  
nuevo, inesperado día🙏




                         ooo





Al ver las nubes por el cielo 
me disponía a escribir sobre ellas,
pero son el cielo y sus nubes 
quienes sin palabras
inscriben su bendición y su paz en mí


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Esta noche al mirar los árboles y el cielo 
por la ventana, he sentido que los árboles,
el cielo, saben todo sobre nosotros. Saben
de la segunda guerra mundial, saben lo 
que ocurrió en Auschwitz y en los campos
de exterminio, saben de Etty Hillesum, de 
Maximiliano Kolbe, de Viktor Frankl...
Saben ahora lo que ha hecho Israel en
Gaza... Los árboles saben, el cielo sabe, 
y perseveran, perseveran en querer nues-
tro bien, en darnos su paz


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Aquel silencio tan profundo
en compañía de mi madre
en la sala de espera 
del doctor Azcona
cuando yo tenía siete años 
eras tú, Señor, 
yo no lo sabía

Y aquel silencio 
en compañía de mi abuelo Máximo
cuando nos quedamos solos, 
yo con doce años, 
en una sala del hospital 
antes de que operaran, 
eras tú, Señor, 
yo no lo sabía

Aquel silencio 
al entrar en lo profundo del bosque
cuando yo tenía veinticinco años 
y supe que había que guardar silencio
ante aquello sagrado, 
tan grande y tan dentro de nosotros, 
eras tú, Señor, 
yo no lo sabía

Aquel recogimiento,
aquel bienestar, 
aquella paz en compañía de mi madre
en el cuarto de estar 
mientras ella cosía
y yo veía el catálogo de Friedrich, 
eran también Tú

Y cuando mi esposa me dijo 
que me quería 
eras Tú, Señor 

Y en momentos turbulentos
la paz que sobre mí descendía
eras Tú

Y tantas veces de calma repentina
a lo largo del día, 
o mirando el cielo en la noche 
y los árboles, 
eras Tú, Señor,

La íntima, callada alegría
barriendo y limpiando los bancos 
de la basílica, 
¿quién sino Tú?

Tantos años, tantos años 
y Tú siempre conmigo
y yo no lo sabía,
lo sé ahora, 
sé de tu dulce compañía


                   ooo



En pintura los retratos y autorretratos para 
ser fieles a la realidad, creo que deberían 
mostrar esa chispa divina que alienta en 
todo ser humano, debería trascender al ego
por muy malvado que sea y revelar ese 
rinconcito de luz sobrenatural que se nos 
ha dado.
Igualmente toda pintura de paisaje, creo 
que toda pintura y obra de arte, ya sea en 
poesía, en música, en escultura... por muy 
dramática y trágica que sea, aunque revele
profundamente el mal, si quiere ser real 
debería también revelar la Luz eterna,
la Luz del Bien, de Dios, que trasciende y 
vence a todas las tinieblas 




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Sentado en la silla 
camino por el cielo, 
sin dar un paso
paseo por el cielo infinito
que me acoge y me ama, 
y me llama cada vez más adentro




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Una presencia leve llega 
casi sin que te des cuenta
y te habla sin palabras de ti,
te revela que hay en ti
un plenitud silenciosa, en paz, 
infinita, que te protege, 
te salva, te ama,
te llama tan suavemente 
como una Madre 
que desea darte el verdadero descanso,
te mira con dulzura 
como un Padre
que desea que vivas en su Reino feliz





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Cuando nos exponemos al silencio, el cual 
es Dios, la acción de Dios disuelve nuestro 
ego y nos deja el ser, el ser-con-Dios, que 
es nuestra verdadera identidad y esencia. 
La acción de Dios sobre nosotros es Amor
y este Amor que Dios nos tiene, y que es 
Él, nos vuelve invencibles, eternos, y nos 
une a Él sin nada que nos separe.
Dios nos ama tanto que nos hace partícipes
de su divinidad ya aquí en la tierra. Y el 
ser partícipes de su divinidad nos da 
felicidad, alegría, amor y paz. Nos hace 
gozar de lo que Él es: felicidad, alegría, 
amor y paz.
Por eso es tan importante exponernos al 
silencio, aunque surjan pensamientos y 
preocupaciones, el silencio es más fuerte 
que todos ellos, Dios es más fuerte que 
todos ellos y su acción es eficacísima. 
Un solo segundo de puro silencio cambia 
nuestra vida, aunque al principio no lo
entendamos, y nos descubre nuestro 
tesoro verdadero.




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El cielo azul del anochecer 
no tiene límites,
los árboles sin hojas 
no tienen límites, 
como nosotros,
aparece una estrella,
nos entregamos,
digo una oración, 
digo sí confiadamente



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Los jóvenes de espaldas a él 
sentados en el banco de la sala, 
el joven oriental que no le mira
mientras bebe agua de su botellita,
los dos jóvenes que pasan ante él 
sin mirarle, 
tres adolescentes se sientan a mi lado
y sólo miran sus móviles,
uno de ellos le mira unos instantes 
antes de irse, 
la mujer de edad que también se sienta
junto a mí, frente a él y le mira 
un poquito,
dos muchachos de apenas quince años 
que van cogidos de la mano
apenas le miran,
una mujer que bosteza 
mientras lee un folleto 
se interpone entre él y yo, 
un hombre de unos sesenta años 
se sienta en el banco y le mira 
con atención, se lo señala a su mujer
que está de pie, 
dos jóvenes orientales 
le miran largamente...
Cristo bendice a todos,
Cristo, verdadero Dios 
se ha hecho hombre 
para que sepamos 
que aun en nuestra fragilidad
tenemos algo divino, invencible, inmortal.
Cristo nos da su fuerza,
nos da su amor,
comparte con nosotros su divinidad.
Estoy en el Museo del Prado, 
ante el cuadro "Cristo entre la Virgen 
y San Juan Bautista", del pintor
Jan Gossaert, llamado Mabuse.
Cristo bendice a todos,
la sala se ha quedado vacía
y Cristo bendice aún 


                     a Jorge, guarda jurado 
                     del Museo del Prado
 








 
         La oración del mirlo

En el silencio de la noche 
el mirlo reza por nosotros,
reza por nosotros,
reza por nosotros.
El silencio es Dios, 
en Él descansa el mirlo
y nos recuerda 
que en Él podemos descansar
también nosotros


             a Jose García Marín
        Eterno reposo, dale, Señor,
     brille sobre él la Luz Perpetua
           y descanse en tu Paz



"El amor me ha explicado todo.
La vida quizá sea una ola de 
asombro, la vida es una ola más
alta que la muerte. No tengáis 
miedo nunca".
                       San Juan Pablo II

                      









                 ooo



Al mirar el cielo en la noche
se abre una puerta
y entro en un espacio más amplio, 
el cielo de la noche, del día,
las estrellas, las nubes, quizá la luna...
El cielo, la paz del cielo 
me eleva por encima 
de los dolores de esta tierra nuestra.
El cielo nos habla 
y nos hace bien 
escuchar su única palabra eterna, 
nos da esperanza,
una esperanza que nos sorprende,
es inesperada, es verdadera 
                 





                Mañana de Pascua

Al contemplar esta tarde el cuadro de Friedrich
siento intensamente una oleada de vibrante 
energía espiritual y vienen a mí unas palabras
de Juan Pablo II, "la vida es una ola más alta 
que la muerte".
Es justamente esto lo que estoy sintiendo ahora
frente a esta pintura y también la disolución del
yo, del ego, que se desvanece ante esta ola 
espiritual pero no para desaparecer, sino para 
transfigurarse, para transformarse y renacer,
para resucitar tras haber sido inmerso en esta 
ola inefable que supera infinitamente nuestro 
pequeño ego desde el que oteamos y apenas 
vislumbramos esta vida casi inconcebible que
nos va a hacer nacer de nuevo y nos va a llevar 
consigo.
Esta Mañana de Pascua de Friedrich nos 
transmite resurrección, hace que experimentemos
un anticipo de vida eterna, de resurrección.


                             
                                   Mañana de Pascua,
                             de Caspar David Friedrich
                            Museo Thyssen-Bornemisza
                            Madrid, 23 de enero de 2025
                            

      

 
                     Joaquín Sorolla

Qué emocionante, qué entrega la suya. Ve lo 
sagrado y lo santo y nos lo da. 
Tiene la capacidad, la intuición y la audacia 
de ver algo santo en todo... y lo rescata para 
nosotros.
Es un pintor iluminador, purificador.
La vida que transmite, la vida gloriosa pero 
en humildad... como las mujeres que ponen 
las pasas en las cajas, la muchacha con su 
cesta y los pimientos, la nobleza de los bueyes
y los hombres que arrastran la barca hacia la
playa...
Sorolla es un pintor con alma, un alma de la 
que tan necesitada está la pintura. Como dice
Ramón Pérez de Ayala, cito de memoria, "su 
pincel está hecho con hebras de sol, sus pince-
ladas son radiaciones puras". Ojalá nos ex-
pongamos a la bendición de estas radiaciones 
sin temor y con fervor. 



               Exposición de Joaquín Sorolla,
               Galería de las Colecciones Reales,
               Madrid

 

 
Al mirar los árboles con sus hojas secas
y el cielo azul de la mañana,
veo, Señor, que has estado 
siempre conmigo, con todos, con todo. 
Has estado conmigo toda mi vida
en el aire, en la luz, en la oscuridad.
Y yo no me he dado cuenta hasta ahora.
Te tapamos, te olvidamos, 
poniendo delante nuestro ego, 
nuestros planes y proyectos,
no contamos contigo para nada. 
Y esa realidad que nuestro ego
se inventa no es real, es falsa. 
Hay algo más, algo mucho más grande
y maravilloso, algo realmente real:
Tú, Señor.
Y que Tú existas, Señor, 
que estés siempre con nosotros, 
cambia todo completamente.
Teniéndote en cuenta, 
darnos cuenta de que estás
siempre aquí, 
da un horizonte nuevo a nuestras vidas, 
un horizonte sin fin
donde ningún dolor y pena 
y ni siquiera la muerte 
tienen la última palabra. 
Tú, Señor, eres Vida ilimitada
y nos la das siempre, 
y en esta Vida que nos das 
está también la paz, la alegría, 
el amor, la confianza, la serenidad...
la esperanza cuando no acertamos 
a ver Tu luz. 
Todos los bienes están contenidos 
en esta Vida Tuya que nos regalas, 
Vida eterna ya, ahora, 
sobre todo ahora que somos conscientes
de Tu presencia y, como no podía ser menos,
Vida eterna que asombra y maravilla 
a nuestra inteligencia



                      ooo



Miro por la ventana,
el azul que precede a la noche,
el anochecer tiene el sabor de lo eterno,
en este anochecer están 
los cuadros de Friedrich,
la piedad de Dickens y Hans Christian Andersen,
las páginas de Charlotte Brontë
al aparecer Helen Burns.
También en silencio, 
en humildad comparecen
San Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, 
los salmos de la Biblia y el Evangelio,
Robert Walser, Ryokan, Li Po, Wang Wei...
mis padres, mi esposa...
Dios nos espera, no tardes, está aquí


























 

 
Imagina que te dicen que te quedan
unas cuantas semanas de vida.
¿No procurarás vivirlas bien?
Puedes agradecer el aire que aún respiras,
puedes saborear la luz del sol,
la luz sobre las cosas,
las sombras de los árboles sobre el suelo,
puedes sonreír a los segundos,
a los minutos y a las horas, 
quizá puedas sentir que estos minutos
no te van a dejar y que el tiempo 
va a cambiar, se va a hacer más 
reposado y tranquilo, 
como la mano de una madre 
que te acaricia. 
Puedes mirar a lo que te rodea,
la mesa, la silla, la pared, 
la cuchara, el vaso, tu mujer, 
las personas que van contigo 
en el vagón de metro,
con una gratitud que antes
no habías sentido,
quizá puedas sentir a Dios en todos ellos.
Puedes mirar a la noche
y ver este espacio amoroso 
donde reposar de todas las fatigas,
y al hacerlo quizá puedas sentir 
algo más, sentir que descansas 
en el pecho del Padre eterno



                      tres de enero de 2025




                     ooo




Los poetas escriben hermosos poemas
sobre las criaturas y la naturaleza,
sobre los animales y las plantas
y los seres humanos...
y se olvidan de Dios,
Aquél al que todo tiende,
Aquél que no nos olvida 
y nos habla de mil maneras 


               25 de Diciembre de 2024
                           Navidad



 
             La lección de las hojas

Las hojas secas en los árboles, en el suelo, 
se entregan... saben que hay algo más
grande que ellas...
Al verlas veo que nos dicen lo mismo que
San Pablo: "Habéis muerto y vuestra vida 
está con Cristo escondida en Dios".
San Pablo dirige sus palabras a todas las 
criaturas, a las hojas secas y a las hojas 
vivas, a los enfermos de Alzheimer y a los 
que cuidan a los enfermos de Alzheimer. 
Son palabras revolucionarias y todos los 
seres nos las decimos unos a otros y 
también nos las decimos a nosotros mis-
mos: "Habéis muerto, hemos muerto, y 
ahora nuestra vida está en Dios".
Son palabras que nos despiertan y nos 
libran de la manera superficial que tenemos
de mirar a las cosas.
Son palabras amplias que nos libran de 
todos los miedos y nos dan la verdad, 
nos dan la vida ahora y la vida eterna. 
Son palabras de gozo, de esperanza, 
de Resurrección, de Amor. 


                         ooo


No hay mayor riqueza
que la pobreza de Dios


                         ooo


Ángel y Carmen, mis padres, mi tío Fernando
y la tía Elena y Maria Elena, los abuelos Má-
ximo, Gregoria y Virgilia y el primo Laurentino,
mis tíos Pepe y Alfredo, Enrique el marido de 
mi prima Almudena, la prima Tate... todos ellos
están aquí en el cielo santo, infinito y miseri-
cordioso de esta tarde invernal

                                         14 de diciembre 
                                               de 2024











 
Mañana de diciembre,
cero grados, 
una abeja se posa 
sobre el alféizar de la ventana.
Mueve sus patas,
no sé si estoy asistiendo
a sus últimos momentos.
Me pregunto qué podría hacer yo
por este ser humano.
Me sorprendo de mi pregunta
al llamar a la abeja "ser humano".
Sigue moviéndose
y entonces echa a volar rauda,
con decisión, 
abriendo camino hacia lo abierto.
No sé si acaso ha muerto 
e inmediatamente ha renacido. 
En los tres primeros siglos de cristianismo
la muerte y Resurrección de Jesús
se celebraban el mismo día.
Se celebraba el tránsito 
de la muerte a la Resurrección. 
Quizá esta abeja ha hecho lo mismo,
quizá a nosotros se nos conceda 
la misma gracia 



                   ooo




Frente a mi ventana
todos los árboles del otoño,
con sus hojas amarillas, 
algunas aún verdes, marrones, naranjas,
qué belleza, 
están tranquilas, están en paz, 
están por morir pero están en paz
porque hay algo más que la muerte aquí,
están en Dios
y van hacia Dios


                             
                                noviembre de 2024


                   ooo


"Te vi estando con el viento 
y la lluvia en tu cara
y tú estabas pensando 
en la sabiduría de las hojas y su gracia
cuando las hojas van cayendo 
en septiembre, 
cuando las hojas van cayendo"


                          Van Morrison 
"When the leaves come falling down",
"Cuando las hojas van cayendo"







                



 

Dios recoge todas las almas


                  ooo


                  Jesús

Di "Jesús", me digo a mí mismo. Di el 
nombre de Jesús en todo momento, en 
todo lugar, en toda circunstancia. Dilo 
tranquilamente, y si no estás tranquilo
dilo también. 
Di "Jesús, o también di "Jesús salva".
Di simplemente "Jesús". Decir "Jesús 
salva" es la consecuencia de decir "Jesús".
Decir simplemente "Jesús" ya salva.
Nos abre a horizontes insospechados... 
en nuestra propia cocina, en el cuarto de 
baño, mientras barremos o fregamos los 
platos, en el lecho de un enfermo, en 
cualquier sitio... Decir "Jesús" transforma 
todo, al decir "Jesús" descansamos tran-
quilos, o también nos recuperamos de un 
mal momento, verdaderamente renacemos
y resucitamos. Lo puedes decir en un 
momento, en todo momento, siempre que 
quieras. 
Decir "Jesús" no es hacer magia, no es un 
talismán, no es un mantra que repetimos 
mecánicamente o fanáticamente.
Decir "Jesús" es una corroboración, es la 
confirmación de un hecho: Es la confirma-
ción del poder de Dios, Jesús es Dios, y su 
sola existencia produce vida y salvación,
aunque muchas veces nos cueste mucho 
trabajo verlo. 
Si amamos el Bien, si amamos, estamos 
diciendo "Jesús" con otras palabras, con 
todas las palabras. 
Di "Jesús" y luego escucha el silencio y el 
silencio te responde y te dice "Yo soy Jesús, 
Yo soy Dios, Yo te salvo, siempre te salvo, 
escúchame, te doy paz, te doy amor, 
descansa en mí, ponme a tu lado".


  a Sor María del Carmen a quien vi 
  unos segundos y de refilón en la 
  residencia de Fausta Elorz hace unos
  años, y cuya alegría me inundó y me 
  inunda con la maravillosa e inagotable
  vida de Dios.

  a mi esposa y a mi madre, a tantas otras
  personas, tantas otras cosas que extienden 
  la vida de Dios.






                   ooo




            


Desde mi ventana las nubes.
Prodigiosas, en silencio,
recuerdan las fotos que vi
de galaxias y mundos lejanos 
que hizo el telescopio Hubble, 
el infinito, lo extraordinario, 
se despliega ante nuestros ojos, 
a simple vista, 
sin que tengamos que esforzarnos.
Como también lo vio William Blake,
"tienes el infinito en la palma de tu mano".
Mi esposa me señala un milano 
que planea en el azul, 
los reflejos de plata de las hojas de los árboles
ondean en la brisa de la mañana,
el libro de Dios se abre
ante nuestros pequeños ojos asombrados
y nos invita a entrar
y entramos, con cuidado, para no dañarlo



 
Tú ves que todo es santo, 
con tu amor haces
que todo sea santo

                Cristo Salvador,
                de Quinten Massys, 
                museo del Prado


        La abuela Virgilia

Regaló a sus nietos un día de invierno que 
hacía mucho frío un disco, era "El baile 
de los ositos". Lo escucharon con ella al 
llegar a casa en el tocadiscos. Lo escucha-
ron varias veces. Ha pasado tanto tiempo, 
ha pasado tanto tiempo, pero el amor que 
puso la abuela en ese regalo todavía ca-
lienta  el corazón de los que una vez 
fueron niños. 

Todas las noches hace lo mismo, todos 
los días, su secreto es estar con Dios.

                   a mi abuela Virgilia Vega


                       ooo


Para la pregunta "¿Qué hay de la poesía hoy?",
la cual es el título de unos encuentros con una 
serie de editoriales en Madrid, tengo estas 
palabras:
Para mí, la poesía hoy es una humilde y 
maravillosa herramienta para conocer a Dios,
a ti y a mí.


                         ooo


          Ante "El Descendimiento",
             de Van der Weyden

En el dolor Cristo está con nosotros,
su amor hace que el dolor  
no sea un absoluto,
que la muerte no tenga 
la última palabra.
Aunque no lo sepamos, 
aunque no lo veamos,
su amor nos saca de nosotros mismos,
su amor es el principio de nuestra resurrección


                      ooo


Haz que como estas flores 
al pie de tu altar,
en el poco o mucho tiempo 
de nuestro paso por el mundo,
te tengamos en cuenta, 
contemos contigo, 
podamos abrirnos a ti, 
confiar en ti. 
Inspíranos, Señor,
para que podamos percibir 
tu amor por nosotros
y que nos podamos inclinar, 
siquiera un poquito,
con amor hacia ti












 
       El esplendor del otoño

El esplendor del otoño
inunda con su fuego 
el aire y las casas 
y las hojas de los árboles 
irradian su luz 
llenando de gozo la avenida.
No hay fin a este esplendor,
es el sello invencible de la vida
y aunque nuestro cuerpo ya declina,
algo en nosotros sonríe en secreto
y sabe que no somos ajenos
a este esplendor
y que nuestra vida 
es inseparable de la vida

                               
                           a mi esposa
                     
                    Madrid, otoño de 2024



                     


                     
                     

                     
                     
                      

 
                     Un río

Hace unos meses cuando pregunté a Juan 
Carlos Savater si en esta exposición habría 
algún cuadro que hiciera referencia al 
maravilloso libro de Soren Kierkegaard
"Los lirios del campo y las aves del cielo",
me dijo con jovial y temeraria audacia:
Todos. 
No sé si será totalmente así, pero algo o 
mucho de la felicidad y profundidad de 
este libro de Kierkegaard está presente 
en estos cuadros. 
Una inocencia, algo celestial, permea y 
recorre todo: el aire, los árboles, las nubes, 
el agua, las colinas, la luz... 
Algo primordial y esencial, importante, 
quizá lo único importante, se nos revela 
aquí. Se encarna aquí. La encarnación. 
Lo divino es humilde y se encarna... en 
cada instante, en cada instante se respira
la inmensidad.
Hay en estas pinturas una felicidad y una 
dulzura que no son las de la trivial banali-
dad. Al contrario, esta felicidad y esta dul-
zura han sido conquistadas. No hay muerte 
aquí, no porque se la quiera esconder o 
escamotear, sino porque ha sido superada.
Sólo hay un eco de la muerte: hay una 
tristeza superada y por lo tanto hay paz, 
una alegría que recupera la paz Original, 
la paz del principio. Hay un renacer. 
Todo aquí se baña en este río, este río mar,
este Agua que da vida a todo de nuevo. Es-
te río sumerge en su agua amorosa a todo 
el universo en un bautismo del que todo re- 
surge purificado. El mundo ha resucitado.
Este río de Gracia es un don, un regalo 
maravilloso que se nos da gratuita, incon-
dicionalmente, seamos como seamos. Esta 
Gracia que recobra todo, recobra a todos. 
Sólo ella vence a la tristeza, a los proble-
mas, a las preocupaciones del mundo, a 
la muerte. 
Estas pinturas recuperan esta bienaventu-
ranza y nos la ofrecen sencilla, discreta-
mente, con alegría tranquila. Aproveché-
mosla, pasen y lean, pasen y vean... y
no se olviden de resucitar.


Exposición de Juan Carlos Savater 
en la galería Leandro Navarro, Madrid,
12 de septiembre-25 de octubre, 2024


         
            De la eternidad vino una 
            nube y se posó en 
            mi corazón 
            y lo calmó














 
Morir es entrar en Dios,
cuando morimos entramos en Dios,
la verdadera vida es entrar en Dios,
no hay nada que temer, 
si abandonamos el ego
entramos en Dios ya