Esta tarde de invierno

Qué bien ser un copo de nieve 
en esta tarde invernal,
ser un aldeano que vuelve a casa
con un haz de leña 
para el fuego del hogar,
qué bien ser un niño que patina 
con un amigo en el lago helado,
qué bien ser el aire y los pájaros, 
las callejuelas cubiertas de nieve 
y las ventanas de las casas humildes
ya en la penumbra.
Los árboles llegan al cielo 
con sus ramas sin hojas
y al fondo del corazón.
Qué bien lo lejano ya en la bruma del atardecer
y alguna aldea distante
con la torre de su iglesia que apenas se ve.
Qué bien ser un ladrillo en la pared
de la iglesia o un trocito 
de cristal emplomado en la ventana.
Qué bien ser la anciana que reza 
ante su frugal cena 
y en el bendito silencio no temer.
Qué bien ser cualquier pequeña cosa
y llevarse todo a lo hondo del pecho
esta tarde de invierno.
Qué bien estar en paz 
aun enfermo y ya por morir.
Qué bien estar con Dios
en secreto, muy quieto, 
tener a Dios muy adentro,
estar en paz con todo
esta tarde de invierno,
esta tarde de invierno


contemplando una postal de 
"Paisaje invernal con patinadores 
y trampa para pájaros, 
de Pieter Brueghel el Joven, 1565-1638,
en el museo del Prado, Madrid.
Y "Anciana rezando", de Nicolas Maes

                ooo


Esta tarde de invierno

Esta tarde de invierno 
en todo hay un consuelo
si estoy en el Señor

           
Salmo CXXVI:
"En vano os levantáis 
pronto por la mañana
y vais tarde a descansar
vosotros que coméis
un pan de fatigas:
a su predilecto Él le 
dará pan al dormir