El amor salva los lápices,
el amor salva las cosas
Me gustaría decir algo sobre este breve poema,
pero no sé.
Pero sé que el amor puede crecer.
El amor de nosotros por las cosas y de las
cosas por nosotros, el amor de las personas
entre sí, "los movimientos del alma" que
diría Leonardo.
Recuerdo a mi madre que decía que uno acaba
queriendo hasta los cartoncitos para sujetar
la puerta.
En la mano de una mujer descansa un lápiz,
un pequeño lápiz que simplemente ama,
ama y confía.
Me acuerdo de los zapatos rotos que pintaba
Van Gogh y de sus olivos que lloraban
extendiendo sus ramas, extendiendo sus ramas
para traer el Cielo a la tierra.
Y me acuerdo de la vela de la poeta Edna
Saint Vincent Millay que se consume
ardiendo por los dos extremos para darnos
toda su luz
a Ángeles
ooo
Feliz Navidad
Hace dos mil años nació Jesús en Belén.
Dijo algunas cosas y las vivió.
Dijo: "Amaos los unos a los otros
como yo os he amado, amad a vuestros
enemigos".
También dijo: "El Reino de los Cielos
está dentro de vosotros".
En cada uno de nosotros está el Cielo,
en cada uno hay una chispa divina,
no hay nada ni nadie en todo el universo
que no tenga esta partícula divina,
que no sea hijo de esta Creación.
Da igual si eres cristiano o no,
creyente o ateo, belicista o pacifista,
pro amnistía, o anti amnistía.
Da igual, lo que importa de verdad
y por encima de todo
es que en cada uno
está el Reino de los Cielos, ésta es
nuestra verdadera y única identidad.
¿Y en qué consiste esta identidad?
Jesús nos lo dice: "Amaos".
Consiste en el amor.
Jesús nos dice que nos elevemos
por encima de nuestras tercas
y empecinadas posiciones,
nos pide que depongamos las armas,
nos dice que no hagamos caso a los que,
so pretexto de tener razón,
quieren adentrarnos en el camino
de la guerra y la confrontación.
Esto significa decir a alguien
"Feliz Navidad": Jesús nos pide
que miremos a esta chispa divina
que hay en cada persona y en cada cosa
y que nos relacionemos con ellos
recordando en todo momento
que todos somos hijos de la luz.
Si hiciéramos caso a Jesús,
¿qué problema no desaparecería?
Y Jesús es tan delicado, tan discreto,
que si nos fijamos bien, el mismo aire,
la luz, el silencio y hasta
una humilde mesa y todas las cosas,
hasta la misma oscuridad, sin palabras,
no dejan de decirnos: "Amad,
amad como os amamos, Feliz Navidad"