Esta mañana, asediado por algunos diablillos tocapelotas,
"rompiscatole", quizá parientes de los que a veces dan la 
lata al cardenal Raniero Cantalamessa y de los que habla 
en su libro "El canto del Espíritu", he escrito esto:

                          Al despertar

Al despertarme esta mañana
he comprendido algo importante.
Nuestra tristeza por tener que morir
no se sostiene,
está dentro de algo más grande: el Silencio.
Y este Silencio que está en todo el universo 
y también en nosotros mira benévolo
nuestra tristeza, nuestra incredulidad 
y nuestro escepticismo y sonriendo nos dice:
"¿Pero no te das cuenta, no os dais cuenta, 
de que vuestra tristeza os engaña?"
Y sí, me doy cuenta 
de que la tristeza que me hace creer
que la muerte es la reina del universo
es una equivocación, un espejismo
que pierde todo su poder 
ante el ser inconmensurable 
en el que flota como una nube miope.
No nos damos cuenta de este gran ser 
que Vive en todo, no logramos verlo 
porque no estamos atentos,
no miramos bien y no vemos su existencia, 
su grandeza. 
Y en cambio vivimos encerrados
en una miopía triste y resignada 
de la que nace el poder 
que atribuimos a la muerte. 
Pero podemos despertar
y al escuchar el Silencio, al escuchar a Dios,
vemos que somos Él, 
vemos que nos cuida y nos ama 
con un amor que supera 
todos nuestros cálculos y esquemas.
Y yo, ante su regalo maravilloso, 
ante este  cielo nuevo,
me siento libre de todas las cadenas 
de la tristeza y de la muerte.
Yo apuesto por mí, apuesto por Él


                       ooo


No estés triste
no tengas miedo
cada paso es un paso hacia Mí
cada momento es Eternidad, Dulzura