Ahora lo que echo de menos
no es visitar lugares lejanos,
ni hacer cosas distintas,
ni leer libros.
Lo que echo de menos
y más me gusta
es estar con las cosas
que me rodean,
un mantel, un reflejo de luz
en la madera, una caja de cartón
sobre el armario;
oír la voz de todas las cosas,
estar a su altura,
como ellas están entre sí
y están con nosotros:
saboreando paz intemporal,
construyendo la paz
en conversación silenciosa