En la plaza de Salamanca, mi pequeña Inglaterra,
junto a la casa de mis padres, el tiempo se detiene.
Y pasa entonces un chico que salía con mi hermana
hace treinta años y cuya vida ha sido un pasear mis-
terioso.
Y luego también, el hombre de los pájaros, alto
y delgado, que llevo viendo toda la vida, y al final
un día descubrí que la bolsa que siempre lleva es
para las migas de pan que da a las aves.
El tiempo se detiene y la vida es un único momento
eterno, que se extiende, infinito, buscando dar de
comer a sus hijos.