Noche de invierno,
silencio en la casa,
leo poemas de maestros antiguos,
a la luz suave de la lámpara
pienso en los libros que he leído,
la voz serena de Borges,
la soledad de Ray Bradbury,
las calles oscuras de Stevenson,
el fuego de Kafka, la sabiduría
de los poetas de Oriente.
La noche se ahonda, mis días
se acumulan, siento que estoy
diciendo adiós al mundo que he conocido.
Pienso en las personas que he conocido,
en árboles y montañas, en el frío.
Contemplo el silencio que contiene
todo y en el que todo no es
más grande que el reflejo de la luna
en el agua.
Pienso en la mirada de Ramana
que para siempre me acompaña,
en mi madre, en la dulzura
de mi esposa, en los amigos.
La noche inmensa envuelve
al peregrino tranquilo