Una vida en un día

Al final del día,
dicen algunos que morí,
aunque yo no lo creo así.
Vi hojas caer
y alzarse de nuevo,
vi una hoja
como una respuesta en el viento.
Los libros me enseñaron
a ser libre
y a poder vivir sin ellos.
Tomé una manzana asada,
blanco arroz humeante.
Tomé una taza de té
y con la fuerza que me dio
casi me salí del camino.
Al llegar a casa,
tomé un sorbito de té
y me dormí.
Cuánto me gustaba estar solo,
contemplar en la lluvia los árboles.
Una mujer me dio su mano,
yo le di mis cenizas.
Al anochecer,
entré con ella en una pintura
y creo que ya no volví a salir.
Oí el relámpago, oí la tormenta,
tuve miedo, en una hora se reveló el fulgor,
en otra, la devastación del tiempo y los años,
tuve miedo, se me pasó
al contemplar el mar de un segundo,
de cada instante,
capaz con su blanca infinitud
de librarnos del mal.
Vi también que una mirada a la luna,
acariciar una madera,
o tener un momento paciencia,
pueden hacer descarrilar el infierno.
Supe este día
pasear como si ya no estuviera aquí.
Supe, no estando,
perdurar sin palabras,
perdurar sin promesas, simplemente así.
La noche profunda que todo lo puede
me guía hacia ti