Soñé que veía a San Juan, vivo como tú o como yo.
Viniendo del desierto, San Juan vio volar una rata.
Llegó a Jerusalén, descifró la mirada del procurador,
tenía cara de jamón. Vio los arcángeles que amenazaban
el templo y prometió a las piedras que su redentor ten-
drían.
Salomé le quería porque hablaba de un cielo corrompido
y veía a los animales con ojos inhumanos. El Bautista
se fijó mucho en ella, ¿qué le puede importar a un hombre
honesto lo que pasa en el cielo? También cautivó a Jesús
el emprendedor.