El amor

Al entrar en casa,
llena de polvo de la obra,
Juan, el pintor,
cubierto del polvo de la pintura
de pies a cabeza
 me advirtió solícito:
"Ten cuidado, no te manches".
Y a mí, allí con mi abriguito,
casi se me saltan las lágrimas.
Dios es grande

            a Juan, Luciano, Basile,
            Antonio, Floriano...