Camino del Edén

Caminito del Calvario
pasé por la casa de mi madre
y vi la puerta que ella abría.
Y oí los niños jugar
en el colegio de enfrente.
Vi entonces un gran ciprés elevarse ante mí.
La carne sufre y goza.
La carne sufre y goza.
La grandeza del ciprés. Y vi también
el día de su muerte, cuando caería
y sería despedazado.
Su carne era la mía. Su muerte era la mía.
Pero había algo más
que quizá no se ve a simple vista.
Su grandeza era también la mía.
En mi pequeñez estaba su grandeza.
El ciprés se elevaba ante el sol
y lo que él era, lo que él es, 
no podía morir, no puedo morir.
El dolor no te lo quita nadie,
pero la eternidad tampoco.
Su forma sí se podía disgregar
como la mía, pero no desaparecer,
su ser es incorruptible,
mi ser es incorruptible,
su ser y mi ser y el de todos los seres
el mismo ser,
un solo ser,
fecundo, vibrante, luminoso, gozoso

                       ooo

Una mujer escucha la Palabra de Juan:
el Infinito se corresponde 
perfectamente con el latido sereno,
eterno, de nuestro corazón

          San Juan predicando en el desierto,
          de Massimo Stanzione,
           museo del Prado

                       ooo

"En el interior del bosque reinaba el silencio 
como en un alma humana feliz.
El silencio encendía oraciones en el alma."

                        Robert Walser, "El paseo"