Dad de comer a los animales

El hombre no es un animal de supervivencia, 
los animales tampoco,
a los animales dad pan espiritual.
A las ardillas dad nueces y avispas, 
a los barcos mástiles y sal,
a los orangutanes color marrón,
a los gorilas color negro.
Los hombres no somos la medida
de todas las cosas,
no somos la medida de nosotros mismos.
A los niños, a los hombres, 
dad su verdadera medida, 
dad el infinito, dad Dios, 
Dios a raudales.
A los soldados dad
la persuasión de lo eterno.
A las vírgenes dad sed y agua, 
a las mujeres hijos y luz,
a la amada el horror,
al sabio un ataúd, no necesita más.
Al ladrón dad una horca 
para que aprenda 
a sustraerse a la muerte,
al rey otra corona 
para que sepa que su reino 
no es de este mundo 
y tampoco del otro.
A los que se alimentan de raíces y frutos
dad raíces y frutos, pero advertidles 
que no han de envolverse de amor 
porque éste hace santa a la carne.
Dad de comer a los animales.
A vuestro primer hijo dad un hermano 
para que no os anuncie
que sois polvo y cenizas.
A los gatos dad una habitación 
y él labrará allí en cada paso 
el templo que habitará 
después de muerto.
A los árboles plantadlos en el Cielo
y así nadie podrá quitároslos.
A las montañas dad sus nombres verdaderos
y así no bajarán a despedazaros.
Dad de comer a los animales.
Al pobre dad sangre y carne y agua y seda
para que sepa que todo es nada,
al rico dad ropas en jirones 
por las que el viento entre y dance 
para que sepa que nada es todo.
Dad de comer a los animales.
A las corrientes de agua y a los ríos 
dad vuestro amor,
como ellos os dan el suyo,
para que su canto de agua 
se convierta en canto de carne.
Dad de comer a los animales.
Al silencio escuchadlo.
Si los dioses que habéis labrado 
os son adversos 
sed generosos y destruidlos.
Si los dioses que os preceden y gobiernan
os son adversos, os son propicios.
Si los dioses que habéis creado 
os son adversos, finalmente 
no tenéis porqué ir contra ellos,
¿porqué habríais de inquietaros?
el daño que un hijo puede hacer a su padre
no es un gran daño, lo sabe el padre.
Dad de comer a los animales.
Andad con cuidado en las encrucijadas,
antes de partir daos,
daos vosotros mismos a todos los animales.


                   
Este poema procede del libro 
"El refugio de las fieras", 
publicado por la editorial Frakson
en 1989.
El primer verso del mismo, "el hombre 
no es un animal de supervivencia",
proviene de una meditación 
del padre Bernardo Gianni O.S.B.