La vida es una oración. Si yo aprendiera a rezar
como la vida reza, qué bien moriría, qué bien
viviría.
No dividido entre la realidad y el deseo, simple-
mente sería y vería los días llegar y partir. Yo
mismo a mí llegaría y partiría.
Si yo supiera rezar como lo hace la vida, moriría
como he visto morir a algunos hombres y animales,
sosegados y tranquilos, con dulce vida en la mirada,
confiados, confiados a ese instante último.
Pues eso es vivir y morir, confiar al cabo.
Si yo supiera vivir, confiaría.