Un día de Septiembre y nieve. Íbamos mi amigo y
yo en su coche. Lentamente. Cruzando el monte.
Mi amigo, sus manos apenas en el volante. Su
mirada en el silencio nevado.
Tomo este día otra vez, lo miro, como un precioso
pedazo de madera, sin cansarme de mirarlo.

Hace treinta y cinco años veníamos por aquí,
por San Rafael, no parece que haya pasado tanto
tiempo y a la vez, podrían haber transcurrido
mil años. El viento, mensajero del silencio,
trae tu presencia por esta carretera solitaria.
Ahora te has ido pero estás de otra manera,
te siento.

A Pepe Asensio

"Después de su muerte cada hombre es un dios que
ampara a los suyos.
Después de su muerte cada árbol es un dios
que ampara a los árboles".
Jorge Luis Borges