De noche me asomo al balcón
de un hotel de un pueblo,
la farola, algún coche que se aleja
por una carretera secundaria,
el árbol, el cubo de basura,
todas las cosas parece que están solas,
la montaña negra como tinta,
las remotas estrellas solitarias
unidas entre sí por hilos invisibles;
todas las cosas parecen estar solas,
las une el hilo del silencio,
va enhebrándolas, discretamente,
respetando la distancia entre ellas