"Claro de luna sobre un camino bordeando un canal",
de Aert Van der Neer

Un personaje de un cuadro de Aert Van der Neer
camina en la noche junto al río bajo la luna. Es un
anciano y se aleja de nosotros, le vemos de espaldas.
Quizá se dirige a su casa, y tiene un andar un poco
cansado, un poco inseguro de persona mayor. Me
recuerda por su ademán recogido, por su humildad
y ensimismamiento a mi madre y a un anciano que
conocimos en Florencia hace unos meses.
La noche es grande, el silencio se ve en todos los
rincones del pequeño cuadro, en las casas oscuras,
en la fachada de una de ellas que ilumina levemente
la luna, en dos figuras a la orilla del río, una de ellas
arrodillada y que parece rezar, en nuestro anciano,
en la carreta que viene hacia él, en los árboles inver-
nales.
El silencio suavemente acaricia todo el paisaje y en-
tonces en el silencio algunas personas percibirán la
presencia de Dios. Y la presencia de Dios está en el
anciano, en la luna medio oculta por las nubes, en la
mujer arrodillada, en el hombre que conduce la carreta
y su caballo, en los árboles y el frío...
Y entonces Dios llega también al espectador que
escribe estas líneas al ir recordando emocionado este
cuadro.
Este cuadro puede permanecer en quien lo ve y Dios
también.
Impresiona que personas que fueron pintadas hace
cuatrocientos años vivan en personas que amamos
ahora