"El prendimiento de Cristo", de Anton Van Dyck

Sobre el cuadro de Van Dyck "El prendimiento de
Cristo", quizá los acontecimientos no fueron sólo
como la historia nos cuenta y las manos entrelaza-
das de Judas y Jesús apunten a una posibilidad más
profunda. Sus manos llevan a un nivel más profundo
los hechos de la traición de Judas.
Este cuadro maravilloso y sobrecogedor de Van Dyck
tiene varios niveles de realidad. El primero y más evi-
dente es la narración de la consecuencia de la traición
de Judas a Jesús. Toda una ola de violencia, ignoran-
cia y odio se alza contra Jesús y éste, sin resistirse al
mal, rechaza y vence y está por encima de esa ola.
Jesús, simplemente siendo, por el mero hecho de e-
xistir y de confiar en la pureza del Ser, en la pureza de
su propia naturaleza, es capaz de esa hazaña: rechazar
y vencer al mal sin hacer nada. Lo vence y además nos
convence de la irrealidad última del mal, nos dice que
carece de sustancia y es sólo una ola de espuma iluso-
ria que se deshace al contacto con la naturaleza purifi-
cadora de la Realidad última que Jesús encarna.
Y ahora un nivel más profundo se abre en la pintura
que parece subrayar este primer nivel al que acabamos
de referirnos: las manos de Judas y Jesús señalan a una
unión entre ambos que vence a las circunstancias en
que se vieron envueltos y nos dicen que son uno.
Sus manos unidas testimonian y encarnan el poder puri-
ficador y salvador del alma de Jesús, el poder purifica-
dor que late en el corazón de todos los hombres aunque
ellos lo ignoren. Un poder siempre en acción, actuando
en el silencio a pesar de nuestra ignorancia, una fuerza
positiva que nostrae la paz, busca nuestra salvación y
nos salva.