La nieve
De tu silencio, Señor, descendía la nieve,
un manto de nieve que nos cubría, era una nieve
que nos daba calor y sobre todo amor.
Paz también y una luz espiritual
descendía con la nieve y nos cubría.
Y este manto no pesaba nada,
al contrario, nos aligeraba de nuestras cargas.
No las eliminaba, Jesús no es un mago,
Él también sufrió. Pero hacía quizá algo mejor,
más noble, más enriquecedor.
No eliminaba nuestras cargas,
pero nos ayudaba, nos ayuda,
a transformarlas, a sacar bien
de lo que vemos como mal.
Nos da paciencia, aceptación y amor,
de nuevo el amor.
El amor es la clave,
el amor que recibimos de Él
y que devolvemos... a Él
y a todos los que nos rodean,
a todas sus criaturas.
Esta nieve suya tan cálida,
tan bienhechora y purificadora,
nos limpia de tantos errores...
Sobre todo nos ayuda a no juzgar a nadie,
a perdonar con amor,
a ver su mano misericordiosa
que alumbra con su silencio
los caminos libres de los hombres...
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En la pintura "El monje junto al mar"
de Friedrich, éste pinta precisamente a un monje
y no debemos olvidar que un monje
está orientado hacia Dios.
De este modo, este monje a la orilla del mar
puede estar contemplando a Dios,
lo inabarcable e ilimitado de Dios,
puede estar experimentando
la presencia imantadora de Dios
y su majestad sobrecogedora
y paradójicamente amorosa.
El monje parece tranquilo,
no parece tener miedo ante su Dios.
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Hay un grabado de Friedrich conocido como
"Muchacho durmiendo sobre una tumba".
Friedrich rara vez titulaba sus obras.
Cuando veo este grabado
siento que este muchacho con los ojos cerrados,
dormido o no, reposando sobre una tumba
sobre la que se alza una cruz,
es el mismo Friedrich
escuchando a su hermano muerto,
oyendo su vida en la eternidad,
ambos en lo eterno.
Una mariposa, símbolo de la eternidad,
revolotea sobre la cabeza del niño.
El 8 de diciembre de 1787 cuando Friedrich
tenía 13 años, vio ahogarse a su hermano
Johann Christoffer cuando éste estaba
patinando en el hielo. Este hermano había
previamente salvado a Friedrich en un
accidente similar.
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Quédate en quietud,
en sosiego,
Quédate en Mí,
recogido en Mí
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Una vida callada,
una vida en el
misterio del Señor
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La nueva dimensión que Jesús nos da
es que nos hace conscientes de nuestra conexión
con Dios. Una conexión real de la que no
podemos huir, no podemos ignorar.
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La pobreza de la vida espiritual porque te despoja
de todo lo innecesario del mundo
y te lleva a lo Esencial.
Esta pobreza de la vida espiritual es paz,
serenidad, riqueza silenciosa, sin ostentación,
riqueza callada que te hace vivir
en un contento humilde, misterioso:
te sorprende necesitar muy poco, se te da tanto...
una leticia que tiene su raíz en lo santo
