Capítulo X EL MAR

Desde las Colinas de la Torre se ve el mar,
una vez fui allí y no lo vi; en la juventud es más
difícil verlo, la vejez es el mar, la respiración se
deshace de nuestros ojos ciegos y nos deja en el
mar, el mar cura y une a todos los seres, no hay
otro hogar.
El mar es esas tierras verdes tras unas orillas
blancas bajo un rápido amanecer que Frodo vio
desde el mar.
El mar es esta tierra por la que paseo, todas las
tierras por las que he andado, los lugares que me
han cobijado.
Un amigo dibujó el mar. El amigo murió y no vi
su dibujo. Un amigo vio un árbol. El árbol fue cor-
tado y no vi el árbol. Un amigo tuvo una niña. Mo-
riré sin conocerla.
El mundo es así. Una mesa tenía cuatro patas,
perdió una y se convirtió en un taburete. Yo tenía un
jardín, llegó Gandalf y me quedé sin jardín.
Al principio era un travieso hobbit. Ahora soy un
viejo. Las cosas rotas a veces me visitan: el mar que
no vi, la abuela que murió, el árbol que desapareció,
la mesa que se transformó, la vela de la niña que no
conocí, la nieve del jardín.
Y todas las cosas rotas, en voz muy baja, muy sua-
vemente, a lo largo de la tarde, me dicen: “recuérdame”.
Ellas son el mar infinito, eterno, para mí.