Vi unas fotografías de cuatro personas muertas.
Dos mujeres y dos hombres. Qué dulzura había en
ellos, qué sosiego. Parecían dormidos, y con el
hálito de una conciencia...
Las mujeres esbozaban una leve sonrisa soñadora,
y una de ellas parecía expresar también, en el
gesto de sus labios, un pequeño y hermoso deseo...
o el placer de haber colmado ese deseo.