Descansemos un poco. Un hombre bajó por el camino
desde la montaña. Hacía sol, era un día del mes
Octubre, nevado. El hombre traía una lanza y en
la lanza llevaba atravesado un animal pequeño.
Llegó a la puerta de Mari. Mari habla con una
calavera. Mari abrió la ventana del día azul y
frío. El hombre entró. La casa era blanca. La
luz dorada adornaba el pelo de Mari, sus manos,
su cintura. Mari se desnudó. Prepararon el animal,
pusieron vino en la mesa. Comieron. El sol ya
estaba bajo. Durmieron. Salieron fuera. Mari tiró
una piedra a una estrella. Entraron y sobre la mesa
hicieron una torre con piedras de río que el hombre
había traído. Era una torre donde cada piedrecilla
era una puerta, una ventana. Se hace tarde, cada
día es una puerta abierta, una ventana abierta, un
fuego que el hombre apaga.