Si escuchamos el silencio de las cosas,
de cualquier cosa,
si escuchamos el silencio en la tempestad,
cualquier tempestad,
el silencio de una silla o de una pared,
el silencio de dos cucharas al lavarlas,
de un gato, una tumba o de tu mano,
de un recién nacido o del cielo,
de un cuadro de Friedrich...
estamos en la Eternidad
si escuchamos el silencio de las cosas...
el silencio de una amiga de Jane Eyre, Helen Burns
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Las monjas clarisas de clausura del monasterio de
Otranto en Italia cantan el salmo 15.
Una gran emoción me invade. El salmo habla de la
herencia magnífica que es tener a Dios y haber
recibido su consejo, su ayuda.
Lo que me emociona profundamente al oír a estas
monjas cantarlo es sentir que los elogios a Dios
no son algo gratuito o simplemente la expresión de
una alegría o una alabanza jubilosa.
Por el contrario, a pesar de sus palabras de alabanza,
la manera en que estas monjas cantan tiene una
inmensa gravedad, una seriedad llamativa.
Y esta gravedad siento que nace de la experiencia
del dolor, del sufrimiento, de haber vivido real-
mente importantes tribulaciones en la vida y haber
podido superarlas gracias a haber visto a Dios den-
tro de ellas.
Es como si nos dijeran: "Estamos cantando estas
palabras porque nos hemos librado, nos hemos
librado de milagro. Estábamos en la boca del lobo
y gracias a la luz que hemos visto en nosotras nos
hemos salvado".
Como dice el biblista y teólogo Paolo Curtaz: "La
alegría del cristianismo nace de una tristeza supe-
rada".
Creo que es así verdaderamente. Estas monjas
pueden cantar este salmo así, con esta profundidad,
porque han estado muertas y han recobrado la vida,
estaban perdidas y se han salvado.
Realmente quien no muere no puede resucitar.
Quien no ha sufrido, quien no ha vencido al sufri-
miento y el peligro del mal no puede saber verda-
deramente lo que significa cantar: "No abandona-
rás mi vida en el sepulcro, no dejarás que tu fiel
vea la fosa. Bendigo al Señor que me ha aconse-
jado, incluso en lo oscuro me instruye.
Me indicarás el camino de la vida, sólo Tú eres
mi bien, alegría plena en tu presencia, en tus ma-
nos está mi vida, dulzura sin fin a tu lado".
(Sobre el programa "I passi del silenzio, Monas-
tero di Otranto", en Youtube).
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Las guerras terminarán,
nosotros no